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La torre de Santa María de Tauste

La torre de Santa María de Tauste
La torre de Santa María de Tauste

 

Continuamos nuestro viaje aguas arriba del río Ebro, esta vez por la margen izquierda, y llegamos a Tauste, cuyo casco antiguo se encuentra sobre un altozano que domina los valles de los ríos Arba y Ebro. Destaca en su silueta la torre de Santa María por su gran altura y esbeltez.

En anteriores artículos hablé ya de esta torre porque es la que me sirvió para sumergirme en todo esto de la arquitectura zagrí. En este que nos ocupa, trataré de hacer un monográfico sobre ella (al igual que con el resto de las torres), intentando no ser excesivamente repetitivo respecto a lo desarrollado anteriormente.

Se trata de una torre de planta octogonal regular cuyo lado en su base mide 3,53 m. La distancia entre caras opuestas es de 8,52 m y ocupa una superficie sobre el terreno de unos 60 m2. Su altura es 47 m, lo que indica que fue concebida, entre otras funciones, para atalaya, es decir, vigilancia del territorio, dado el enclave estratégico donde se encuentra y el vasto territorio que desde ella se divisa.

Desde según qué puntos se observa, da la impresión de que acusa cierta inclinación. La realidad es que su sección va disminuyendo ligeramente de abajo a arriba y, a falta de estudios fotogramétricos más precisos, todo parece indicar que las tres caras que reciben el viento dominante están construidas verticalmente, mientras que el resto se van inclinando hacia ellas, consiguiendo de esa forma una mayor estabilidad al viento, produciendo ese efecto extraño de falta de verticalidad desde determinados ángulos y no desde otros. Se trata de una solución muy inteligente, dada su situación altamente expuesta y su gran esbeltez.

El curioso paño epígrafo de la torre de Santa María de Tauste

Está totalmente construida en ladrillo y yeso, sin incorporación de ningún otro material, salvo los rejuntados de mortero de cemento que se hicieron en la última restauración. El aparejo que presenta en el exterior es “a soga-tizón”, sus esquinas están resueltas en arista viva (sin contrafuertes) y en la parte baja carece totalmente de decoración. Esta comienza a partir de cierta altura en la que el caserío circundante permite su visión. Su aspecto exterior ofrece la división en varios cuerpos mediante cornisas formadas por canecillos volados, pero esta división es meramente ornamental ya que no se corresponde con ninguna circunstancia estructural en su interior. Los paños que la decoran se repiten de igual manera en las ocho caras del octógono y siempre van enmarcados inferior y superiormente por bandas de esquinillas de tres hiladas de ladrillo. El primero de ellos contiene arcos mixtilíneos entrecruzados y el segundo estrellas de ocho puntas. El tercero resulta ser un tablero muy curioso porque no es una composición simétrica, como es habitual en el arte islámico. Resulta desconcertante, hasta el punto de que el propio profesor G. Borrás, en su libro “Arte mudéjar aragonés”, lo describe como “motivo de lazo mal resuelto”. Llama la atención que, de ser así, unos alarifes que demuestran semejante dominio de la geometría, lleven a cabo ese “desaguisado” y, no solo lo dejen, sino que lo repitan por igual en las ocho caras. Estudiado por Francisco José Navarro Cabeza, arqueólogo y conocedor de la lengua árabe, la conclusión es que se trata de un paño epigráfico donde dice “Lā illāh ʻadla” (no hay dios más justo). “El Justo” es uno de los 99 nombres que se le atribuyen a Dios, según la religión musulmana, y son muchas las referencias en el Corán a Dios como “el más justo de todos”. El epígrafe queda así superpuesto dentro del tablero a otra cenefa decorativa en forma de cadena o motivo del “cordón de la eternidad”, expresando de esa forma la infinitud del Creador. Tan solo necesitaron girar 90º illāh para formar la secuencia. Probablemente es único en el mundo, pues todavía no se ha encontrado otro igual en ningún lugar.

 

Paño Epígrafo. Torre de Santa María de Tauste
Paño Epígrafo. Torre de Santa María de Tauste

 

Cadena de la escritura. Torre de Santa María de Tauste.
Cadena de la escritura. Torre de Santa María de Tauste.

 

Por encima de este tablero se encuentra el actual campanario, con un gran ventanal apuntado en cada cara que cobija dos arcos geminados más pequeños separados por un parteluz. Salta a la vista que, donde hay campanas, tuvieron que romper esos arcos y parteluces para poder alojarlas, lo que indica que quien mandó edificar la torre nunca pensó en poner campanas. Incluso, en los paños que siguen en altura (rombos de trazado mixtilíneo), se ha eliminado el de una de las caras para abrir dos pequeños huecos donde alojar sendas campanas.

Ventanales modificados. Torre de Santa María de Tauste
Ventanales modificados donde hay campanas y eliminación de tablero de rombos para la apertura de los ventanales pequeños en la parte superior

 

Detalle de la parte superior. Torre de Santa María de Tauste
Detalle de la parte superior. Torre de Santa María de Tauste

 

Interiormente, se accede a la torre desde el coro de la iglesia, a unos 7 metros de altura. Hasta esa cota, es totalmente maciza, salvo un foso circular que había a ese nivel y cuya profundidad se desconoce. En los últimos tiempos, se había empleado como lugar de vertedero y, cuando se restauró la torre en los años 80 del siglo pasado, se terminó de colmatar y se cubrió con un pavimento de ladrillo, en lugar de vaciarlo para recuperar ese espacio original de la torre y averiguar si había algún objeto de interés entre sus enronas.

 

Sección. Torre de Santa María de Tauste
Sección. Torre de Santa María de Tauste

 

Se divide en cuatro estancias superpuestas de planta octogonal cubiertas por bóvedas esquifadas de ocho gajos. La escalera es intramural y se desarrolla en sentido antihorario en torno a estas estancias. Se va formando mediante tramos de seis peldaños en lados alternos, combinando con rellanos en los otros lados, posibilitando una subida cómoda. Frente a la entrada a cada una de esas estancias hay un hueco en forma de aspillera que da al exterior y que proporciona luz y ventilación tanto a la escalera como a la estancia correspondiente. A mitad de altura (después de subir dos vueltas completas) existe un balcón desde el que, en la actualidad, se accede a la falsa del tejado de la iglesia. Resulta lógico pensar que ese tuvo que ser el lugar desde el que el almuédano llamaba a la oración de viva voz. A ese nivel, la separación entre la fábrica de la torre y la de la iglesia alcanza una separación de unos 8 cm. Ahí se observa que, mientras la cara perteneciente a la torre presenta las hiladas de ladrillo perfectamente rejuntadas, las de la pared perteneciente a la iglesia tienen las rebabas de yeso propias de una obra que se levanta junto a otra ya existente. Ello demuestra que, cuando se construyó la iglesia (siglo XIII), la torre ya estaba.

 

Espacio entre la torre y la iglesia. Torre de Santa María de Tauste
Espacio entre la torre (a la izquierda) y la iglesia (muro de la derecha) donde se aprecia el paramento de la torre perfectamente acabado mientras el de la iglesia presenta las rebabas características de una obra erigida junto a otra ya existente

 

La belleza de esta escalera reside principalmente en su techo, formado por bovedillas enjarjadas, a modo de artesas invertidas, que se van escalonando en la mitad de las caras del octógono para que los ángulos de esos saltos puedan ser perpendiculares a las mismas y, por tanto, totalmente rectos, lo que demuestra el esmero y el cuidado que pusieron en toda la ejecución. Merece la pena detenerse sobre el hecho de que estas bovedillas eran ejecutadas “al aire”, es decir, sin cimbras ni apeos, técnica que era posible gracias al uso del yeso, por su rapidez en el fraguado, en contraposición a los morteros de cal que se utilizaban en otros lugares. Es decir, se aplicaba el yeso sobre el ladrillo, se colocaba en su sitio con el vuelo correspondiente, se soltaba y ya se tenía.

 

Interior de la escalera. Torre de Santa María de Tauste
Interior de la escalera. Torre de Santa María de Tauste

 

Destalle techo. Torre de Santa María de Tauste
Detalle del techo formado mediante bovedillas enjarjadas

 

Desemboca la escalera en una gran sala que hoy se destina a campanario, de proporciones idénticas a la de la torre de San Pablo de Zaragoza: un gran alarde arquitectónico inusual en campanarios, con una bóveda esquifada que arranca de una cornisa perimetral y cuyo vértice se halla a 11,15 m de altura sobre el suelo de la estancia. En definitiva, un espacio enfático pensado para algún uso similar al que pudo tener la torre de San Pablo.

 

Techo estancia superior, actual campanario. Torre de Santa María de Tauste
Techo estancia superior, actual campanario. Torre de Santa María de Tauste

 

Sobre los riñones de esta bóveda, gravita el suelo de la cámara de acceso a la terraza almenada y el torreón antes mencionado, toda una ostentación de equilibrio y atrevimiento que, mil años después, todavía permanece estable. Los técnicos que hemos estudiado este fenómeno llegamos a la conclusión de que ello ha sido posible gracias a la naturaleza del yeso de agarre, por la plasticidad que conserva a lo largo del tiempo, en contraste con los morteros actuales de cemento que, aunque alcancen resistencias elevadas a compresión, resultan de rotura frágil y nula adaptabilidad a las pequeñas deformaciones.

Resulta sorprendente el gran parecido de esta torre con la de San Pablo. Es evidente que esta es la predecesora y la que sirvió de modelo para Tauste. En San Pablo no hay descansillos en la escalera, por lo que el tránsito por la misma se hace más penoso. En la de Tauste, al haber descansillos, se dan más vueltas para subir una misma altura (mientras en una vuelta completa de San Pablo se suben 40 peldaños, en Tauste son 24), lo que da como resultado una torre más hueca, aunque sin llegar al concepto de “torre y contratorre”. Las estancias interiores de San Pablo son cilíndricas y cubiertas por cúpulas semiesféricas, mientras que las de Tauste son de planta octogonal y cubiertas por bóvedas esquifadas. Los huecos que abren al exterior frente a la entrada de cada estancia son de medio punto en San Pablo y enjarjados en Tauste. También se aprecia una mayor evolución en Tauste en cuanto a su decoración exterior, más rica que en la de San Pablo. Esta última debió de tener un torreón en su parte alta (como en Tauste), pero sería derribado para construir el recrecido del siglo XVI, conservándose en Tauste el estado más puro.

 

Secciones separadas de las torres de San Pablo y de Tauste. Torre de Santa María de Tauste
Secciones separadas de las torres de San Pablo y de Tauste. Torre de Santa María de Tauste

 

En este enlace puede verse de forma animada la evolución del conjunto de torre e iglesia en un viaje desde el presente al pasado, incluyendo la recreación de cómo debió de ser la mezquita a la que perteneció este magnífico alminar, y regreso de nuevo al presente. Evidentemente, la construcción de la iglesia sobre el mismo solar donde antes estuvo la mezquita condicionó que quedara orientada hacia el sureste (La Meca) en lugar de hacerla hacia el este.

 

Secciones separadas de los cuatro alminares de Saraqusta. Torre de Santa María de Tauste
Secciones separadas de los cuatro alminares octogonales de Saraqusta. Por orden de mayor a menor antigüedad: San Pablo, Tauste, Alagón y la Seo (mezquita aljama).

 

Con este artículo termina la exposición de un conjunto que bien podríamos denominar como “alminares octogonales de Saraqusta”. Definirían una ruta que arrancaría desde el propio corazón de la capital del reino, con el gran alminar de su mezquita-aljama, para, viajando hacia el noroeste (en dirección contraria a las aguas del Ebro), encontrarnos con la torre de San Pablo, San Pedro de Alagón a unas cuatro leguas de distancia (que era la distancia diaria que solía recorrerse a pie) y Santa María de Tauste a otro tanto. Es destacable el contacto visual entre los alminares de Tauste y de Alagón y, desde este, la visión de todo Zaragoza, lo que da idea del carácter estratégico de estas construcciones, además de la ostentación que suponían para los monarcas saraqustíes, expresando a través de ellos la grandeza de su reino ante los viajeros que transitaran por las rutas comerciales hacia la gran ciudad.

Fotografía torre de Tauste desde la torre de Alagón. Torre de Santa María de Tauste
Fotografía torre de Tauste desde la torre de Alagón. Monte del fondo: cabezo del Aguilar (Navarra).

 

Jaime Carbonel Monguilán. Arquitecto Técnico.

Autor del libro «El Alminar de Tawust», las intervenciones en obras de restauración del patrimonio de Jaime Carbonel le han llevado a conocer los aspectos más singulares de la arquitectura tradicional aragonesa, como el uso del yeso como material de agarre en lugar del mortero de cal, que era lo habitual en el resto de casi todo el mundo. Su dedicación al estudio detallado de la torre de Santa María de Tauste arroja unos resultados sobre su datación bien diferentes de los que se han sostenido tradicionalmente. Unas conclusiones que afectan de manera muy positiva al pasado de Tauste y a las consideraciones sobre el verdadero origen de la arquitectura mudéjar aragonesa.

 

Artículos anteriores

La arquitectura zagrí y mudéjar en Aragón (I).

La arquitectura zagrí y mudéjar en Aragón (II): El caso de Tauste.

La arquitectura zagrí (IlI): Un poco de historia.

¿Por qué la llamamos «arquitectura zagrí»?

El yeso: Ese material tan habitual como ignorado.

Errores conceptuales respecto al yeso.

Técnicas de construcción con yeso.

Mortero de cal o pasta de yeso.

¿Cómo nació la arquitectura mudéjar aragonesa?

Génesis de la Arquitectura Zagrí.

Evolución estructural de los alminares zagríes.

La Parroquieta de La Seo de Zaragoza.

La Seo de Zaragoza o la Mezquita Aljama de Saraqusta.

La Torre de San Pablo de Zaragoza.

La Torre de la Magdalena de Zaragoza.

La Torre de la Iglesia de San Gil Abad de Zaragoza.

La Torre Nueva de Zaragoza.

Aproximación histórica a la construcción de la Torre Nueva de Zaragoza.

Saraqusta.

La Iglesia de San Martín de la Aljafería.

La Torre de Utebo.

La Torre de Alagón.

 

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